martes, 14 de julio de 2015

GLOBALIZACIÓN

Uno de los principales temas de debate respecto a la globalización se refiere a la repercusión en el empleo de la externalización de las empresas. La dotación internacional -el movimiento (parcial) de funciones de negocio que actualmente realizan empresas de los Países Bajos en el extranjero se asocia a una reducción de puestos de trabajo en Holanda. En particular, de los puestos de trabajo de menor salario que con frecuencia se  subcontratan, lo que conduce a una mayor proporción de empleos con salarios más elevados en las empresas implicadas en la externalización.
 
 
La economía holandesa se encuentra estancada, con una cifra de paro que se estima aumentará hasta el 7,5 por ciento de la población activa en 2014 (respecto al 7 por ciento estimado para finales de 2013).

Holanda es uno de los países más endeudados del mundo. Está sumido en una recesión y demuestra pocos signos de salir de ella. La crisis del euro se lleva arrastrando tres años y hasta ahora sólo había infectado a los países periféricos de la moneda única. Holanda, sin embargo, es un miembro central tanto de la UE como del euro. Si no puede sobrevivir en la Eurozona, se habrá acabado todo.

El país ha sido siempre uno de los más prósperos y estables de Europa, además de uno de los mayores defensores de la UE. Fue miembro fundador de la unión y uno de los partidarios más entusiastas del lanzamiento de la moneda única. Con una economía rica, orientada a las exportaciones y un gran número de multinacionales de éxito, se suponía que tenía todas las de ganar con la creación de la economía única que nacería con la introducción satisfactoria del euro. En vez de eso, ha empezado a interpretar un guión tristemente conocido. Está estallando del mismo modo que Irlanda, Grecia y Portugal, salvo por una mecha algo más larga.

Como otros países de la Eurozona, Holanda parece encerrada en un círculo vicioso de paro en aumento e ingresos fiscales en descenso, que conduce a todavía más austeridad e incluso más recortes y pérdida de empleo. Cuando un país se sube a ese tren, cuesta mucho salirse de él (sobre todo dentro de los confines del euro).


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